En el séptimo día de la séptima luna de su calendario lunisolar, China celebra la fiesta de Qi Xi (七夕), literalmente ‘la noche de los sietes’. Dada su discrepancia con nuestro calendario solar gregoriano, tal fecha irá coincidiendo en los próximos años con diversos días de agosto: el 2 (2014), el 20 (2015), el 9 (2016), el 28 (2017), el 17 (2018), el 7 (2019), el 25 (2020). Se trata de un festejo tradicional que iba quedando relegado al ámbito rural, hasta que el mundo moderno lo ha revitalizado como una especie de Día de los Enamorados. Puesto que se relaciona con una antigua leyenda en la que están involucradas las estrellas que forman el llamado Triángulo de Verano, hoy os propongo combinar dos ámbitos tan bellos como la tradición literaria china y la moderna astronomía. Empecemos por la segunda.

EL TRIÁNGULO DE VERANO

Para disfrutar este regalo de la naturaleza debéis salir al aire libre en un anochecer de verano y encontrar las tres estrellas de sus vértices: Vega, Deneb y Altaír. Dado que son las más luminosas de su entorno, se las puede ver ya sobre el azul oscuro del cielo que precede a la noche cerrada: a esa hora será más fácil localizarlas sin la distracción de las estrellas menores, y además tendréis la oportunidad de compartir el espectáculo -y la leyenda- con algún niño que ande todavía despierto.

Triangulo de verano-1

Para encontrar el Triángulo por el método Lílemus, lo primero será ponerse mirando lo más exactamente posible hacia el este, de modo que quede a vuestra espalda el lugar por donde acaba de ponerse el Sol. A continuación levantaréis la vista poco a poco hasta encontrar alta en el cielo la estrella más brillante que aparezca: es Vega. A mediados de julio y a esa hora de la noche, se encontrará alejada del cénit unos 30 grados (tened en cuenta para vuestros cálculos que hay 90 entre el horizonte y el cénit), e irá acercándose progresivamente a él hasta primeros de septiembre.

Sin perder la orientación este, buscad debajo y a la izquierda de la anterior otra estrella brillante: es Deneb. La distancia aproximada entre ambas es de 24 grados. Esta medida se puede calcular muy bien con ayuda de la mano, sabiendo que la palma abierta con el brazo totalmente extendido abarca unos 25 grados de cielo. Así que podéis fijar la uña del pulgar de la mano izquierda sobre Vega y trazar un arco hacia abajo con el dedo meñique: enseguida os toparéis con Deneb, que es la menos luminosa de las tres y en consecuencia la más fácil de confundir con otras estrellas de su entorno.

Vamos a por la tercera: si la línea Vega-Deneb fuese el cateto menor de un triángulo rectángulo, trazad ahora desde Vega el cateto mayor hacia la derecha y abajo, y por allí encontraréis Altaír. La línea que une Deneb y Altaír sería, pues, la hipotenusa de este inmenso triángulo, cuyos catetos guardan una proporción aproximada de 2/3 (24 y 34 grados, para ser exactos). La primera vez es la más laboriosa: pronto seréis capaces de encontrarlo con soltura.

Las instrucciones anteriores están pensadas para la latitud de España. Los que visitáis este blog desde la querida América hispanohablante tendréis en cuenta que, a medida que viajamos hacia el sur, el Triángulo será también visible pero cada vez más caído hacia el horizonte norte y a una hora más alejada del atardecer (y por lo tanto cada vez más girado en sentido antihorario por efecto de la rotación terrestre).

Triangulo de verano-2

Pasado el tiempo suficiente para que sea noche cerrada, podréis disfrutar también de las constelaciones respectivas. Vega (Alfa Lyrae) es la estrella más luminosa de la constelación de la Lira, que se extiende en forma de trapecio hacia el interior del Triángulo. Los astrónomos árabes imaginaban esta constelación como un águila, y la palabra Vega procede de la segunda mitad de la denominación que le dieron: Al-Nassar al-Waki, algo así como ‘el águila de alas plegadas’ o ‘el águila que cae en picado’. La estrella se encuentra a 25 años luz del Sol: tratad de recordar lo que andabais haciendo en la vida cuando partieron de su superficie los fotones (exactamente los mismos) que en este instante están impresionando vuestra retina.

Altaír (Alfa Aquilae) es la estrella más luminosa de la constelación del Águila, la única de las tres constelaciones que queda fuera del Triángulo de Verano. Su nombre árabe, Al-Nassar al-Tair, significa algo así como ‘el águila de alas desplegadas’ o ‘el águila que planea’. Si os fijáis bien, veréis que Altaír aparece flanqueada a ambos lados por dos estrellas menos brillantes: en orden de luminosidad son Tarazed y Alshain (Gamma y Beta Aquilae), que forman con Altaír una línea que apunta en dirección a Vega. Este detalle, como veréis pronto, tiene importancia en la leyenda china antes mencionada. Altaír se encuentra a 16,8 años luz de la Tierra, o sea, aquí al lado en dimensiones astronómicas (solo unos 159 billones de kilómetros).

Deneb (Alfa Cygni) es la estrella principal de la constelación del Cisne, cuya figura central semeja una gran cruz latina vuelta hacia el interior del Triángulo. Su nombre árabe, Deneb al-Dajajah, significa ‘la cola de la gallina’, pues ellos veían la forma de este animal en el cisne volador de alas desplegadas y cuello estirado que imaginamos en la tradición occidental. Lo que no dejará de sorprenderos es la distancia a la que se encuentra: los cálculos, que son más difíciles e inexactos cuanto más distante es una estrella, la sitúan entre 1.400 y 3.200 años luz. Si a pesar de estar tan alejada, se ve tan luminosa, solo hay una explicación: Deneb es un monstruo de luz increíble. Dando por bueno el valor de 2.615 años luz, calculado en 2008 por Schiller y Przybilla, Deneb tendría un radio 203 veces mayor que el del Sol y una luminosidad que lo supera en 196.000 veces. Si ocupara en nuestro entorno el lugar de la estrella más brillante (Sirio, a 8,6 años luz), alumbraría en el cielo nocturno tanto como la Luna en fase de cuarto. Sobrecogedor.

Un dato astronómico más: si os encontráis suficientemente alejados de una ciudad, veréis que la constelación del Cisne se encuentra en plena Vía Láctea, ese río de estrellas que –seguís mirando hacia el este- recorre el cielo de izquierda a derecha sobre vuestras cabezas. Veréis también que Altaír se encuentra justo en la orilla este del río, mientras que Vega junto con el trapecio de la Lira se asoman a su orilla oeste.

LA LEYENDA DE ZHI NU

Triangulo de verano-Cygnus, Lyra, Aquila, DelphinusEsta referencia a la Vía Láctea enlaza ya con la leyenda china de Zhi Nu (la estrella Vega) y Niu Lang (Altaír). La historia tiene tantas variantes, que no creo que os importe escuchar la escrita por mí tomando de aquí y de allí los elementos que me han parecido más probables y dramáticos. Según ella, Yu Di (玉帝), el Emperador de Jade, gobernador del cielo en la mitología china, tenía siete hijas. La menor de ellas era también la más hermosa, y la que mejor habilidad mostraba en la tarea de tejer nubes. Fue por eso llamada Zhi Nu (织女), que significa la ‘muchacha tejedora’. Un día las siete hermanas, gracias a sus vestiduras mágicas, bajaron a escondidas a la tierra para bañarse en un lago, donde sucedió el encuentro con Niu Lang (牛郎), nombre que significa ‘pastor de vacas’.

Este era un joven que, al morir sus padres, había sido expulsado de la casa familiar por el hermano mayor y su despiadada esposa, quienes lo dejaron solo en el mundo para ganarse la vida con la ayuda de un toro. Niu Lang pastoreaba al animal y sobrevivía como podía. Precisamente aquel día estaba quejándose en voz alta de su pobre condición, cuando el toro, que resultó ser un animal mágico, tomó la palabra y le ordenó: “Ve hasta el lago próximo y, cuando veas en su orilla siete vestiduras femeninas, toma las de color rojo”. Así hizo el joven y, ya con las ropas en su poder, permaneció escondido. Cuando por fin salieron del agua las siete doncellas, la menor no logró encontrar su vestido y tuvo que resignarse a ver cómo sus hermanas regresaban a la morada celestial sin ella. Al salir Niu Lang de su escondite, quedó prendado de la belleza de la joven diosa, pidiéndole matrimonio a cambio de devolverle sus vestidos. La tejedora examinó al pastor y debió de encontrar interesante trasgredir la ley que prohíbe a las divinidades enamorarse. Ambos –ella, olvidada de su vida en el cielo, tejiendo algodón; él cultivando la tierra con ayuda del toro- vivieron en feliz unión, de la que nacieron dos pequeños.

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Pero su felicidad no podía durar, pues, aunque los años de la tierra pasan como días en el mundo celestial, la Emperatriz del Cielo, Wang Mu (王母), acabó echándola en falta, se enteró de lo sucedido y envió soldados a la tierra para que trajeran a su hija de vuelta a casa. Niu Lang quedó solo y triste, pero el toro, hablando de nuevo, le ordenó que, cuando él muriera, se hiciera una capa con su piel: la capa mágica le permitiría volar al cielo en busca de Zhi Nu. Así sucedió, pero antes de que pudieran encontrarse, Wang Mu descubrió de nuevo sus planes y, enfurecida, tomó una horquilla de su peinado y rasgó con ella el firmamento, abriendo un caudaloso río plateado entre los dos enamorados: en una de las márgenes quedó la muchacha, tejiendo tristemente en su telar; en la otra, el pastor al cuidado de sus dos vástagos.

Se cuenta que las urracas del cielo, compadeciéndose de los amantes, volaron en masa sobre el río, tendiendo así un puente que ellos pudieran atravesar para encontrarse (鹊桥, que qiao, ‘puente de urracas). Al contemplar la escena, la Emperatriz sintió también lástima y consintió en que, una vez al año, los amantes separados pudieran reunirse por medio de este puente.

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La simbología astronómica se explicaría como sigue: Zhi Nu es la estrella Vega, en la orilla oeste de la Via Lactea, y la lira es vista aquí como el telar de la diosa; Niu Lang es Altaír, flanqueada a norte y sur por Tarazed y Alshaín, que representan a los dos hijos y forman con Altaír una línea que apunta hacia la madre; el río que tristemente los separa es la Vía Láctea, en chino Yin He (银河), ‘río de plata’.

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En cuanto al puente de urracas, no he logrado documentar la posible correspondencia; pero personalmente –muy personalmente, debo decir- me gusta considerar esta asociación: justo en la parte de la Vía Láctea donde se encuentra la constelación del Cisne, hay una nebulosa oscura que nos impide ver las estrellas lejanas, de modo que aparecen grandes manchas negras sobre el fondo claro de la Vía Láctea. Estos contrastes de negro sobre blanco me han recordado siempre al plumaje de una urraca: no hay que olvidar que, desde la antigua Mesopotamia, las más diversas civilizaciones han imaginado como un ave la figura de esta constelación.

Triángulo-Cygnus

Y así, una vez al año, en el séptimo día de la séptima luna, China celebra con la festividad de Qi Xi la noche en que los sufridos amantes pueden al fin encontrarse después de la larga espera anual. Cuando llegue la fecha, si el tiempo lo permite (y si no, el verano es largo), salid al aire libre en buena compañía (o en soledad, que no es mala compañera) y experimentad en la historia del pastor y la tejedora esa capacidad del ser humano para dar forma poética a la incomparable poesía de la naturaleza. Por mi parte, os deseo cielos despejados y venturosos.

Profesor LÍLEMUS