Aunque soy profesor en Bachillerato, este no es un blog escolar. Solo la SECCIÓN AULA está expresamente dirigida a mis alumnos, que podrán encontrar allí materiales complementarios para su trabajo. En las demás secciones, mi público ideal -ese en el que uno piensa cuando escribe- es variado, como variadas son las materias que trato. Me dirijo a él en tono cordial, poco académico, entre juvenil y adulto. En general tengo –y en mis mejores momentos hasta pongo en práctica- una idea cordial de lo académico. Y concibo el texto como un lugar de encuentro entre el lector y el escritor. Por eso no me escondo tras mis palabras, sino que trato de vivir en ellas.
CONTENIDO
En PROFESOR LÍLEMUS encontraréis historias de la historia general, de la personal y de la literaria, textos variados, etimologías, divulgación científica, consideraciones sobre el lenguaje actual y el pasado, de vez en cuando algo que recuerda al guion de una clase o un comentario sobre la actualidad.
Aborrezco el adoctrinamiento desde la tarima y trato de huir de él también en el blog. Sin embargo, algunas entradas expresan ideas opinables dirigidas a mentes formadas, y están claramente identificadas con la etiqueta «opinión». Me preocupa el retroceso que en nuestro mundo sufre el ideal de libertad, paralelo al avance de un Estado ideólogo, adormecedor, voraz y paternalista, que aspira a invadir progresivamente el ámbito personal. Al tratar asuntos públicos que rozan la política, procuro centrarme en comportamientos y tendencias desde un enfoque genéricamente humanista.
ESTILO
Antes de escribir, busco un tema de mi interés. Luego lo estudio suficientemente y me pregunto si hay algo más que decir sobre el asunto, o tal vez un modo distinto de decirlo. Y me pongo a ello. Antes de darlo por terminado, afino el oído, lo escucho y le engraso los chirridos. Todo escrito tendría que poder ser leído en voz alta.
El periodismo moderno ha difundido un estilo de escritos concisos, ágiles, fibrosos y veloces, corredores de una recta trepidante ante la mirada de un público amplio que no puede permitirse pestañear. Nunca he desdeñado este estilo (adoro las carreras de 100 metros lisos), pero mis escritos se parecen más a un paseo que invita a la mirada calmada, la profundidad de campo, la incertidumbre de una curva, el descubrimiento, la sorpresa, incluso la distracción.
No deseo cazar en la Red una multitud de lectores; más bien me esfuerzo por estar a la altura de un lector singular y exigente (tanto si es habitual como si llega de pronto a mi red). Para ello, no me dedico a reproducir inexactitudes ni fantasías de las que circulan por Internet. Tampoco publico un escrito si no me parece único o no considero que (en su rango de extensión, claro está) es superior a cualquier otra versión de lo mismo por algún concepto: por su enfoque, o por su exactitud, o por su estilo, o por su originalidad, o por su amenidad. A menudo, en mitad de un escrito, descubro que aún no estoy a la altura del tema o que simplemente no lo he comprendido, y el texto vuelve al taller a la espera de otra ocasión. Yo soy mi primer lector, y no disfruto leyendo cualquier cosa.
EL PROFESOR SAMUEL LÍLEMUS
Aunque todas las entradas están firmadas por él, aprecio -y cuido- especialmente las protagonizadas por el profesor SAMUEL LÍLEMUS (buscad LÍLEMUS en la nube de etiquetas). A través de este personaje de ficción (distinto de mí, pero hecho de mis recuerdos, reflexiones, carencias, errores, deseos) quisiera difundir un estilo posible de enseñar.
Publico con pseudónimo, pero mi nombre real no es un secreto. Me llamo Álvaro Alonso Rotaeche y, si quieres ponerte en contacto conmigo, puedes dejar un comentario en cualquier entrada o escribirme a:
Y basta de presentaciones. Hay que leer. O vivir. O lo que sea.
Me parecen muy interesantes, definitivamente uno nunca deja de aprender, saludos.
Me gustaMe gusta
Muchas gracias, José. No puedo saber qué lectura es la que te ha interesado, pero se agradece lo mismo. Vuelve cuando quieras. Saludos,
Lílemus
Me gustaMe gusta
Hola Don Álvaro, acabo de descubrir su página y la estoy investigando. Me pasaré por aquí de vez en cuando, pues aprecio la buena lectura. Un abrazo y enhorabuena! Pedro
Me gustaMe gusta
Sé cordialmente bienvenido a este blog, Pedro. ¡Casi doce años! Cómo pasa el tiempo. Espero que esta aula digital vaya teniendo con estas incorporaciones la frescura que sabíais dar a nuestra aula real.
Me gustaMe gusta
Buenos días, Álvaro.
Acabo de descubrir su blog a través de la cuenta de Twitter de @ElCorrectordeTV, y estoy maravillada, entusiasmada y todo lo positivo -o casi todo- que pueda terminar en -ada. Da gusto encontrarse con artículos tan espléndidamente escritos, elaborados y argumentados. Desde hoy tiene usted -además de mis respetos-, una seguidora más.
Un placer.
Belén Peralta.
Comunicadora, correctora y escritora.
Me gustaMe gusta
Tus elogios me ponen en un estado lleno de matices al que también cuadran términos acabado en -ado, principalmente halagado. Muchas gracias. Intentaré estar a la altura.
Me gustaMe gusta
Impresionante Don Álvaro, todo un artista. No puedo parar de sumergirme en sus historias. ¡Siga así!
Me gustaLe gusta a 1 persona
Buenas Noches, Blog muy Interesante, mi primera visita, deseo preguntarle si sabe el origen de la Palabra VELA, porque Razon una Vela de Un Velero y Una Vela de cera (iluminacion), no son la misma cosa. mi esposa me hizo esa pregunta y ni idea de que responderle, me quede con la intriga, solo me llego a la mente que unas velas de cera en un pastel de cumpleaños son apagadas soplandolas (pidiendo un deseo), y las velas de los Veleros (barcos) funcionan con viento.
Me gustaMe gusta
Le respondo encantado. En realidad, no tiene que que ver con eso. Son palabras de orígenes distintos que han coincidido por casualidad.
La vela de los barcos procede del latín «vela», que es el plural de «velum», ‘tela, velo’.
En cuanto a la vela de encender, procede del verbo castellano «velar», que a su vez viene del latín «vigilare», ‘estar despierto, pasar la noche en vela’. Esta vela castellana adoptó los sentidos de ‘adoración nocturna’ e incluso ‘peregrinación’, y pasó de ahí a significar el ‘cilindro de cera que sirve para dar luz’, ya que se usa en estos actos religiosos.
Me gustaMe gusta
Sigo con interés sus entradas, porque soy un enamorado de nuestro idioma. Me gustaría leer algún comentario suyo sobre la confusión tan extendida hoy en día sobre el uso de los verbos oír y escuchar, hasta el punto de que si nadie hace nada por evitarlo la RAE terminará validando que significan lo mismo. Y no es así.
Me gustaMe gusta
Buenos días Alvaro,
Muy bonito el artículo El barco ENCALLADO en la PARED (sobre los buques escuela Gloria y Guayas).
Soy hijo de un ingeniero naval que conoció y trabajó con tu padre y que también participó en la construcción de alguno de estos veleros de Celaya
Gracias
Me gustaMe gusta