Cuando un profesor de literatura lee un libro escrito por alguien que un día asistió a sus clases, tiende a preguntarse si él mismo habrá aportado algo al nacimiento de esa vocación literaria. Y la respuesta es, al menos en mi caso, una llamada a la modestia. La vigorosa literatura, debilitada por la disciplina escolar -y por las limitaciones del profesor-, puede actuar como eficaz vacuna contra los libros, así que con frecuencia hay que saber hacerse a un lado y dejar correr libres las aficiones sin estorbarlas demasiado.
A Jorge Isusi Garteiz-Gogeascoa me lo he encontrado a menudo desde que en 1998 terminó el bachillerato y empezó la carrera de Derecho. Y ahora resulta que vuelvo a encontrármelo en los escaparates con “Divino tesoro”, una colección de relatos publicada por Arte Activo Ediciones, que he saboreado de un trago. De cuatro tragos, para ser exactos: uno por cada uno de sus cuatro cuentos.
A posibles compradores les dejo un enlace a todostuslibros.com con la lista y dirección de las librerías que lo venden en Las Arenas, Bilbao, Madrid, Sabadell, Granada, Burgos, León, Pamplona, Logroño, Valladolid, Oviedo, Almería, Santa Cruz de Tenerife, Las Palmas de Gran Canaria, Elche y Denia. Aunque no he coincidido con Jorge desde que leí su libro, yo supongo que la lista es correcta. Y si los puntos de venta os quedan lejos, siempre podéis recurrir a la compra online a través de estos enlaces a su ficha en Amazon, La Casa del Libro, El Corte Inglés, Agapea y Elkar.
Pero vayamos con el libro. Siendo la obra de un novato en el mundo editorial, la ausencia de un prólogo ni deja de sorprender, ni tampoco deja de cuadrarle, porque nunca he visto a Jorge parecer un principiante en nada. En cada etapa de la vida ha sabido desenvolverse en las novedades con envidiable soltura, naturalidad y eficacia, y este libro rebosante de madurez literaria no es una excepción: él siempre ha sabido cómo contar bien una historia.
No se trata, por cierto, de una simple “colección”: la obra parece concebida como una unidad. En los cuatro relatos hay una misma atmósfera de misterio que nace no tanto de los hechos o las situaciones como de los personajes mismos. Abundan aquí los seres que, teniendo secretas historias que contar, se las arreglan para encontrar un oyente, incluidos los que confían la suya a los lectores de una revista (en «Mundo canino») o a un diario íntimo (en «Divino tesoro», que da título al libro).
Son, pues, narraciones en primera persona, siete en total, ya que Jorge recurre en ocasiones al relato dentro del relato, atreviéndose en el primero de ellos (“Allí”) a jugar a las muñecas rusas con la aparición de un tercer nivel narrativo. La narración en primera persona exige adaptarse a la condición y temperamento de los distintos personajes-narradores, y también a sus registros idiomáticos, cosa que Jorge, como buen filólogo –en tercer curso decidió complicarse la vida sumando a los estudios de Derecho los de Filología-, hace a la perfección. Un marino mercante (en “Homeless”), un profesor, un redactor de periódico o el lector de una revista canina quedan así como caracteres nítidamente dibujados.
El afán de unidad se respira también en los temas de la obra, recorrida por diversas manifestaciones del paso del tiempo: la juventud (el divino tesoro de Rubén Darío) y la vejez, la vida y la muerte, el sueño de la inmortalidad, la memoria con sus selecciones y sus lagunas, mueven hilos a menudo fantásticos y conducen a los personajes a su destino, si bien es cierto que los desenlaces solo en parte desvelan el misterio.
A mí el libro me ha traído, por diferentes motivos, el recuerdo de Homero, de Thomas Mann, de Julio Cortázar, pero estos son trapos de filólogo a los que no pienso haceros entrar hoy. Hoy reseño su obra con una sola intención: animaros a aprovechar las fiestas navideñas -tiempo de regalos siempre difíciles y mucho tiempo libre- para encontrar y leer este “Divino tesoro”.
Vaya, pues, con esta reseña mi invitación a disfrutar de un buen libro, junto con la expresión de mi alivio de antiguo profesor. Y es que a mí estos cuatro ratos de placentera lectura me han dejado una profunda sensación de alivio: el de comprobar que, aunque seguramente aporté poco a la vocación de Jorge con mi batería de lecturas obligatorias, ejercicios de clase y casa, lecciones de historia y teoría literarias, sin duda también debí de arreglármelas para no estorbarla demasiado.
Profesor LÍLEMUS
Seguro que si tuviste algo que ver…
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Pues yo estoy seguro de que Jorge es escritor por el ambiente de cultura y libertad que respiró en su familia desde niño. Cuando hablo de «no estorbar» me refiero a no matar las buenas cualidades y la afición ya existentes con una didáctica muerta. También a apoyarla e impulsarla con nuestra esperanza, respeto, afecto y pasión. Pero en un centro educativo nos limitamos a hornear panes que ya vienen amasados de casa.
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¡Cómo me ha gustado su articulo! El libro me encantó, yo también lo leí «de una sentada» pero estoy segura de que si lo leo otra vez (después de leerle a usted) lo leería con otros ojos, ya me entiende.
He sido, novia y mujer de alumno, madre de alumnos y ahora abuela de alumno (este último de Retamar), así que… VIVA LOS PROFESORES DE GAZTELUETA!!!!
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Querida lectora:
Gracias por tanta efusividad y afecto, ante los que solo puedo decir… VIVAN LAS MADRES DE GAZTELUETA!!!
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¡Ah! Se me olvidó ayer: también soy suegra de alumno de Gaztelueta.
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Etxean bezala, inon ez. Gracias a Gaztelueta.
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