RESUMEN: Si has escuchado la canción «El gato que está triste y azul» de Roberto Carlos y te preguntas cómo puede un gato triste estar azul, has llegado al sitio adecuado. En esta entrada descubrirás que todo se debe a una torpe pero sugerente traducción de su versión original italiana, titulada «Un gatto nel blu». Podrás también escucharla, comprender su auténtico sentido y paladear la belleza de esta historia de amor adolescente que nunca fue cantada en portugués.
En la entrada de hoy me voy a permitir enredar en vuestros recuerdos musicales. Pero no debéis inquietaros: no dejaré nada desordenado. La memoria tiene una admirable tendencia a permanecer intacta y, cuando va asociada a la sensibilidad, la permanencia se vuelve persistencia tenaz.
El recuerdo concreto es la canción “Un gato en la oscuridad”, ese tema de Roberto Carlos que muchos conoceréis como “El gato que está triste y azul”. En realidad, la canción no fue escrita por el cantante brasileño, y desde luego su idioma original no es el portugués. Resulta que en el año 1972 la prolífica pareja compositora formada por Gaetano «Totò» Savio y Giancarlo Bigazzi escribió en italiano la canción “Un gatto nel blu” para que fuera cantada en el festival de Sanremo por Roberto Carlos. El resultado fue sin duda pobre (ni siquiera quedó entre los catorce temas finalistas), muy lejano del primer puesto que el brasileño había conseguido en 1968 con “Canzone per te”, escrita por Sergio Bardotti y Sergio Endrigo.
Probablemente “Un gatto nel blu” merecía más, y el tiempo la terminó poniendo en su sitio, pero, desde luego, no fue en italiano ni tampoco en portugués, lengua a la que nunca fue traducida. Por curioso que parezca, la canción solo triunfó a lo grande en lengua española, en versión de Buddy y Mary McCluskey, los mismos que en 1979 tradujeron “Chiquitita” para el grupo sueco ABBA.
Lo que hoy vengo a sostener ante vosotros es que la versión traducida, que se ha convertido en un clásico del karaoke y de las noches de amigos con guitarra, es más que mejorable. Traducir poesía –muy especialmente cuando el “poema” debe conservar exactamente las medidas y acentos del ritmo musical que lo acompaña- es una de las tareas artísticas más difíciles de lograr. Si traducir prosa se parece a vestir un traje ajeno, traducir canciones es como ponerse un jersey en las piernas y salir así a la calle: puesto boca abajo, el jersey recuerda a un pantalón, pero el torso humano no son unas piernas boca arriba.
Para que podáis comparar, transcribiré estrofa por estrofa la letra de “Un gatto nel blu” en triple versión: primero, en negrita, la letra original italiana; a continuación, de color azul, su traducción literal, hecha por mí sin pretensiones artísticas; y finalmente la versión cantable de los McCluskey. Si queréis seguirlas junto con la actuación de Sanremo 72, aquí os la dejo.
Quand’ ero bambino, che allegria
giocare alla guerra per la via,
saltare un cancello io e te, e poi
una mela, l’emozione, gli occhi tuoi.
Le rose, l’amore, casa mia
e un gatto per farci compagnia
ma da quando è finita, io non so perché
la finestra è piu grande senza te.
Cuando era niño, qué alegría
jugar a la guerra por la calle,
saltar una verja yo y tú, y luego
una manzana, la emoción, tus ojos.
Las rosas, el amor, mi casa
y un gato que nos hacía compañía
pero desde que se terminó, yo no sé por qué
la ventana es más grande sin ti.
Cuando era un chiquillo, qué alegría
jugando a la guerra noche y día,
saltando una verja verte a ti, y así
en tus ojos algo nuevo descubrir.
Las rosas decían que eras mía
y un gato me hacía compañía.
Desde que me dejaste, yo no sé por qué
la ventana es más grande sin tu amor.
Un gatto nel blu guarda le stelle,
non vuol tornare in casa senza te.
Sapessi quaggiù che notte bella,
chissà se un gran dolore si cancella.
Un gatto nel blu, ecco che tu
spunti dal cuore, mio caro amore.
Fra poco sarai negli occhi miei,
anche stasera una lacrima sei.
Un gato en el azul mira las estrellas,
no quiere volver a casa sin ti.
¡Si supieras qué bella es la noche aquí abajo!
Quién sabe si puede borrarse un gran dolor.
Un gato en el azul, y de pronto tú
sales de mi corazón, querido amor mío.
Dentro de poco estarás en mis ojos,
también esta noche eres una lágrima.
El gato que está en nuestro cielo
no va a volver a casa si no estás.
No sabes, mi amor, qué noche bella.
Presiento que tú estás en esa estrella.
El gato que está triste y azul
nunca se olvida que fuiste mía
mas sé que sabrá de mi sufrir
porque en mis ojos una lágrima hay.
Bambina, bambina, vita mia,
profumo di tiglio che va via.
Se amare è uno sbaglio, colpa mia, però
io, in fondo, della vita che ne so?
Un gatto nel blu guarda le stelle…
Niña, niña, vida mía,
aroma de tilo que se va.
Si amar es un error, es mi culpa, pero
en el fondo, ¿yo qué sé de la vida?
Un gato en el azul mira las estrellas…
Querida, querida vida mía,
reflejo de luna que reía.
Si amar es errado, culpa mía, te amé.
En el fondo, ¿qué es la vida?, no lo sé.
El gato que está en nuestro cielo…
Un gatto nel blu, ecco che tu
spunti dal cuore mio caro amore.
Fra poco sarai negli occhi miei
lacrima chiara di primavera.
Un gatto nel blu, ecco che tu
anche stasera una lacrima sei.
Un gato en el azul, y de pronto tú
sales de mi corazón, querido amor mío.
Dentro de poco serás en mis ojos
lágrima clara de primavera.
Un gato en el azul, y de pronto tú
también esta noche eres una lágrima.
El gato que está triste y azul
nunca se olvida que fuiste mía
mas siempre serás en mi mirar
lágrima clara de primavera.
El gato que está en la oscuridad
sabe que en mi alma una lágrima hay.
EL SENTIDO DE LA CANCIÓN
Si comparáis el sentido y estilo originales con su traducción oficial, notaréis alguna diferencia de detalle (se echa de menos la manzana compartida o el aroma de tilo que se va), alguna torpeza estilística (¿qué es eso de “si amar es errado”?) y hasta algún detalle chocante (¿qué hacen unos niños jugando en la calle de día y de noche? ¿Es que no duermen?). Pero no quiero ser demasiado duro: estos son peajes frecuentes en una traducción.
El defecto principal del texto de los McCluskey es que no transmite la esencia de la canción. El texto original de Totò Savio habla de un amor preadolescente: los juegos de un niño y una niña han derivado para él en un enamoramiento lleno de nostalgia, ahora que ella no está. No es que le haya dejado, como dice la traducción: todo lo que sabemos es que la cosa “è finita” («se terminó») y ella ha desaparecido como se va por el aire el aroma de los tilos. El caso es que él se siente dolorosamente solo, y recuerda cómo un día, para esconderse de otros chicos en el juego de la guerra, ambos saltaron la verja de un jardín. Allí compartieron una manzana y él sintió mil emociones mirándola a los ojos (“una mela, l’emozione, gli occhi tuoi”). Tras este episodio, se aficionaron el uno al otro: se habla de las rosas (¿regaladas?), el amor y los ratos pasados en casa de él, donde un gato les hacía compañía.
Ahora que todo ha terminado, aquel gato, símbolo de su amor, también ha dejado de venir a la casa. Y en esta noche en que el chico se asoma lleno de dolor a la ventana, ve la figura de un gato que se recorta contra el cielo nocturno mirando las estrellas. Y esa visión hace que la imagen recordada de ella salte hacia el cielo estrellado desde dentro del corazón (“ecco che tu spunti dal cuore”), provocando en el chico deseos contradictorios: por un lado, quisiera compartir con ella la belleza que contempla (“¡Si supieras qué bella es la noche aquí abajo!”); por otro, aunque sabe que su recuerdo le hará llorar esta noche lo mismo que las anteriores (“También esta noche eres una lágrima”), no puede evitar recordarla; eso le convierte en culpable de su propio dolor, pero no tiene la llave para hacerlo desaparecer (“Chi sa se un gran dolore si cancella”): la vida es un misterio adulto que él no alcanza a comprender.
POR QUÉ EL GATO ESTÁ AZUL
Si releéis ahora la versión española, creo que estaréis de acuerdo en que este sentido se ha perdido considerablemente, debido a la torpe traducción de sus palabras clave, repetidas hasta cinco veces en el original: “Un gatto nel blu” («un gato en el azul») ha quedado como “El gato que está triste y azul”, frase que simplemente no significa nada. Es cierto que el inglés blue tiene la acepción ‘triste, melancólico’, pero este significado connotativo no ha estado nunca presente en el español azul.
En realidad, la palabra «blu» del texto no significa tristeza, sino nocturnidad. Me explico. El italiano posee dos palabras para nombrar el color azul: blu y azzurro. A menudo la diferencia es difícil de explicar (la sangre azul es sangue blu, mientras que el príncipe y el pescado azules son principe azzurro y pesce azzurro), pero en general el reparto es claro: azzurro designa los tonos claros del azul que van desde el celeste al turquesa, mientras que las tonalidades oscuras se llaman blu. Si hablamos del cielo, el diurno será de color azzurro, mientras que blu será el azul oscuro de una noche serena.
Ciñéndonos a nuestro texto, recordaréis que hay una referencia temporal precisa: «stasera», que yo he traducido por «esta noche», aunque la sera italiana es más exactamente el tiempo que va desde la puesta del Sol hasta que se hace de noche (eso que en español llamamos el crepúsculo), y es por tanto distinta de la notte. Parece que el chico lleva varias tardes esperando que ella reaparezca, asomado a la ventana, donde aguanta hasta la hora en que un chico suele acostarse: la primera hora de la noche. Y desde la ventana acaba de ver “un gatto nel blu”, es decir, un gato en el azul oscuro del cielo nocturno. Debo aclarar que el chico no ve al gato propiamente en el cielo; si os fijáis bien, es el gato el que mira el firmamento estrellado («un gatto nel blu guarda le stelle»), pero él mismo parece encontrarse aquí abajo. Yo me imagino un gato subido a una rama o una tapia, cuya silueta se recorta contra el cielo del atardecer.
Por lo tanto, la frase “un gatto nel blu” resulta muy difícil de traducir. No vale «un gato en el cielo», porque il blu en italiano no designa el cielo mismo (cosa que sí sucede en español con el azul o en francés con l’azur), sino su color; tampoco vale «un gato en el azul», porque se pierde la tonalidad original y, por tanto, la hora de la visión. En esencia, ese verso es una referencia a la belleza del cielo estrellado, en el cual el chico imagina a su amor perdido. Al traducirlo (“el gato que está triste y azul”) se ha optado por trasladar al gato tanto la tristeza del chico como el color azul del cielo, lo cual me resulta sorprendente, incomprensible y hasta chapucero, como un jersey puesto en las piernas.
Ahora bien, no quiero ser demasiado tajante: el verso resulta también misterioso, y no descarto que este misterio haya sido clave en el éxito de la versión española.
LOS AUTORES DE LA TRADUCCIÓN
Volviendo a los autores de ella, cierta información puede ayudar a entender algunas cosas. La primera vez que oí hablar del matrimonio McCluskey, me los imaginé como una especie de pareja artística especializada en la traducción de canciones. Según supe después, Buddy había formado parte junto con su hermano Alex del grupo argentino Mac Ke Mac’s. Eran hijos de Don Dean, un director de orquesta ligera que, procedente de Estados Unidos, se había afincado en Argentina. Otro de los hermanos alcanzó cierta fama en solitario como Donald. Una vez retirado de los escenarios, Buddy hizo carrera de manager y en los setenta llegó a dirigir la filial argentina de RCA Records. Como hombre de la industria musical, estaba interesado en encontrar una fórmula para lanzar artistas extranjeros en el mercado hispano. Y así dio con la idea de traducir sus letras, difícil tarea creativa que emprendió en tándem con su mujer. Yo supongo que para un angloparlante la frase «triste y azul» suena razonablemente natural, ya que le recordará a la inglesa «sad and blue».
No solo enredaron en la obra de Roberto Carlos: siguiéndoles el rastro, he descubierto que también toquetearon «You’ve got a friend» de Carole King y casi todos los temas del grupo sueco ABBA que tuvieron versión española. Si os divierte comparar el original inglés de “Chiquitita” subtitulado en español (aquí) con la versión de los McCluskey (aquí), creo que entenderéis hasta qué punto la naturalidad de un texto puede perderse al traducirlo.
Pero no os preocupéis. Ningún aguafiestas con blog va a chafaros las emociones asociadas a la canción de Roberto Carlos, ni las fiestas con guitarra, ni las noches de karaoke. Los recuerdos son persistentes y no permitirán que un simple post incomode al viejo y querido animal: a las emociones les importa un bledo la lógica. El misterioso gato triste y azul nunca dejará de maullar en vuestras mentes.
Profesor LÍLEMUS
Lo incorporo a mi book cancionero, muy bonito, se la cantaremos a Rafa de los del Río.
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Querido Lílemus:
Este tema que propones de la pérdida del significado original en la traducción de un texto me resulta absolutamente apasionante. Tú dices que cabe esperar que esto ocurra más frecuentemente cuando se traduce es un texto poético, se comprende bien. Yo lo que con frecuencia me pregunto es si también existe el riesgo de que esto ocurra en un texto de carácter litúrgico, místico, o religioso.
Me viene a la cabeza Ronald Knox, y su trabajo de tantos años traduciendo la Biblia al inglés, labor ingente que fue para él una auténtica epopeya. La única versión disponible para los católicos de su tiempo al parecer estaba cuajada de gatos tristes y azules. Comprendo que no es lugar para decir estas cosas, pero confieso que a veces escucho una frase u otra en las variantes liturgias de la Misa en castellano, y como burro chulapo que por desgracia soy me encuentro «protestando por dentro» e imaginando que no es posible que fuese eso lo que «en realidad» pretendía transmitir el texto original… Me encuentro pensando «necesitamos a un Knox».
Ya ves, has tocado una de mis fibras sensibles. ¿Cómo ser fiel a un texto, como evitar impregnarlo de subjetividad de traductor? El tema que propones es harto peligroso… A la par que altamente apasionante.
Un abrazo,
Aprendiz
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Querido Aprendiz:
Si decir y escribir pensamientos propios en tu propia lengua son actividades de una complejidad increíble (que a menudo lleva toda una vida aprender), pasar a una segunda lengua lo que otro dijo o escribió se vuelve a menudo tarea casi imposible. Si el texto es de naturaleza religiosa o doctrinal, como sucede con la Biblia, a menudo contendrá lenguaje figurado que se dijo con intención didáctica, y ahí entramos ya en el terreno de la hermenéutica (interpretación). Si además es tan voluminoso como la Biblia, la interpretación de un pasaje, de una palabra incluso, debe ser coherente con todos los otros pasajes, con todas las otras palabras clave. A esto se suma que la Biblia es una obra puesta por escrito en épocas y lugares diversos, por manos diferentes. Y eso sin contar que a menudo el traductor querrá arrimar el ascua del texto sagrado a su particular sardina…
En fin, que esto no es tarea de un solo hombre. Hoy en día estas cosas se hacen por equipos de «sabios», lo que parece natural. Y hay buenas traducciones disponibles.
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Queridisimo Lilemus:
Me conmueve todo esto que has escrito, tan bonito, tan literario… y efectivamente los recuerdos y las emociones asociadas a la música son imborrables. Qué bonita canción y que pésima traducción! Quizá sería más respetuoso cantarla solo en la lengua original y, para quien no la conozca, avisar a Lilemus para que hagas maravillosas traducciones como la que has hecho.
Lo cierto es que siempre me había preguntado por qué el gato estaba azul… y siempre había sentido al gato un poco ajeno al resto de la historia que cuenta la canción. Ahora ya puedo apreciarla en todo su sentimiento. Gracias.
Por cierto, en relación a los recuerdos y a las emociones unidas a dichos recuerdos -un tema apasionante y que daría para un artículo maravilloso del Profesor Lilemus- casualmente hace unos dos meses me pasó lo siguiente: fui a comprar un CD de Neil Diamond, movida por los recuerdos de juventud. Entonces tenía un LP de Diamond, «Serenade», en cuya portada se le veía a él de medio perfil, con unas gafas rectangulares y una camisa blanca, el fondo era marrón o teja… Yo lo oía y lo oía, una y otra vez, triste y alegre, preparándome para salir y dentro de mí porque aquel día no me había llamado, enamorada y decepcionada, llena de energía y llena de melancólica, en fin… aquello sonaba y sonaba, se fundía con mi vida:
Longfellow serenade such were the plans I’d made
For she was a lady and I was a dreamer with only words to trade.
You know that I was born for a night like this
Warmed by a stolen kiss
for I was lonely
and she was lonely……
Y luego
Ah….The last Picasso
The last Picasso
Was just acquired by some old museum
And Don Quixote
Well, Don Quixote
The old man’s rhyme has lost its reason
Y aquel Lady Magdelen….
Y aquel I´ve Been This Way Before….
Volviendo al presente, contaba que fui a comprar el CD y me aseguré de que fuera la grabación original, llegué a casa, lo puse y sentí, sentí muchísimo, pero no sentí igual que hace 30 …no!! 35… tampoco!! han pasado casi 40 años…!!! qué vertigo!. No sentí igual.
Parecerá obvio que una mujer de 55 años no sienta como una de 16. Pero en cualquiera de nosotros, y por tiempo que haya pasado, está la persona que fuimos a los 16 años. Yo puedo recordar sentimientos y emociones de niña, quiero decir de niña des siete u ocho años, entonces por qué no consigo sentir vía recuerdo del sentimiento lo mismo que a los 16????. Ahora la música suena algo más rápida y algo más light, es como si penetrara una capa menos.
Pues desde entonces periódicamente me planteo la debatida cuestión de si la grabación digital tiene un sonido distinto de aquellos LPs, teoría que mantienen algunos y a la que otros asignan un cierto esnobismo. ¿Tendrán algo de razón o es que hay un nexo perdido en mi memoria de sentimientos? Todo esto -algo más resumido- lo planteé en un grupo de whatsapp de amigas, y no me hicieron ni puñetero caso; es más yo creo que les debí parecer un tanto desequilibrada y extraña…
En fin, querido primo Lilemus, por la amistad que compartí en aquel cuarto de jugar office donde tú eras la pesadilla de la señorita que os cuidaba y por lo que me reí de que le desesperaras en las cenas diciéndole que no te comías la tortilla porque sabía a ratón, creo que merezco una respuestas porque estoy segura de que de tu original mente -poseer una de ellas es un indudable don- saldrán mil ideas que me ayudarán en la aceptación de si el paso del tiempo nos hace perder un eslabón en el recuerdo del sentimiento o todo radica en una cuestión técnica. A estas alturas creo que se habrá entendido que no se trata de sentir lo mismo de adolescente que con la madurez seriamente instaurada, sino que hablo de la capacidad de sentir mediante el recuerdo del sentimiento que nos facilita exclusivamente la música.
Un beso, Lilemus, de tu prima
Carmen Gortázar Rotaeche
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Querida Carmen:
Te mereces todas las respuestas, aunque tu consulta me llegó en plena vorágine de fin de trimestre y hasta ahora no he podido poner la cabeza en ella. En primer lugar, he decidido comprobar con mis propios oídos la tesis esa de que los discos de vinilo siguen siendo lo más, cosa que ya había oído antes de ahora a aficionados a la música que no tienen nada de fantasiosos ni snobs. Para ello, he recuperado de mi discoteca un vinilo del grupo Simply Red de finales de los 80 con idea de escucharlo en el tocadiscos. Ha sido imposible: la aguja estaba destrozada. Mi hijo pequeño, que puede poner en funcionamiento un DVD y, salvando intrincados menús, llegar a la película que desea ver, desconoce en cambio el funcionamiento de esa antigualla que es el tocadiscos. Y hace unas semanas le metió un viaje colosal que, ahora compruebo, ha dejado la aguja fuera de juego.
Así pues, y en vista de que no podía escuchar música, me he dedicado en cambio a meditar sobre tu pregunta. Y compruebo que hace 25 años, ante un revés semejante, habría salido inmediatamente a la calle a reponer la aguja en una tienda de música. Pero ahora, según acabo de descubrir, soy un adulto con hijos, para quien cambiar la aguja del tocadiscos no es exactamente una prioridad. Hace 25 años asistí a un concierto de Simply Red en el pabellón de La Casilla, en Bilbao. Recuerdo bien la cita con los amigos, las risas, la despreocupación, el bailoteo, el optimismo más o menos irresponsable, la magia intermitente de las luces, la música atronando el pabellón. Pero no creo que si hoy hubiese podido escucharlo, por mucho que fuera en vinilo, habría sentido nada parecido. Es decir, puedo recordar, pero no puedo “resentir”. Es como si hoy me plantase delante del espejo, cogiese el peine e intentase una de aquellas arquitecturas de laca que practicaba a los veintitantos. La que sin duda me hice para aquel concierto, sin ir más lejos. Sería inútil: mi pelo de cincuentón no me lo consiente, a pesar de que aparentemente conservo casi todo. Aparentemente.
Según entiendo, la cuestión que planteas no es si podemos sentir lo mismo que entonces, sino si somos capaces de recordar vivamente, como si los estuviéramos sintiendo ahora, aquellos sentimientos, usando como “pasadizo” una pieza musical. Mi opinión es que es posible pero muy raro.
Existe un caso literario de esta cuestión que es bastante conocido: la magdalena de Proust en “En busca del tiempo perdido”, esa cuyo sabor hace al protagonista recordar vivamente, como por arte de magia, su primera magdalena y el mundo de su infancia. Pero está claro en la obra que aquello no fue algo provocado: simplemente una magdalena casual abre un pasadizo insospechado, pero eso no convierte la magdalena en una llave que pueda volver a abrirlo a voluntad en el momento deseado.
Una canción de nuestros 25 nos vale como llave del sentimiento cuando tenemos 25, porque en ese momento la canción está directamente conectada a unos cien recuerdos inmediatos: unas palabras dichas, un paseo delante de una playa, el color de una camisa, el aroma de una colonia, el gesto de una mirada. El sentimiento merodea libremente en nuestra sensibilidad y apenas necesita un empujoncito para saltar al primer plano. Pero pasado el tiempo es difícil recordar vivamente el sentimiento porque en realidad no podemos recordar vivamente ni las palabras dichas, ni el gesto de aquella cara, ni el aroma de aquella colonia, o al menos no todos a un tiempo.
Y aunque podamos, siempre hay una conexión imposible: se llama INCERTIDUMBRE y nos acompaña en cada día de la vida. En la ola del presente somos lo que somos actualmente pero también somos la incertidumbre del porvenir, de lo que seremos o no seremos en el futuro, de la espuma que romperá finalmente en una orilla insospechada. Las personas somos por presencia y afirmación pero también por ausencia y negación: en cada momento de la vida somos lo que somos y somos también lo que dejamos de ser, lo que no somos todavía. Yo, por ejemplo, soy esencialmente el mismo de aquel concierto, pero a la vez no soy el mismo, porque entre aquel chico y el hombre de hoy está superpuesto, como capas de sedimentación, todo lo que he sido después. En la intensidad de aquel concierto había también una incertidumbre por el futuro que se ha convertido poco a poco en certezas. Nuestro estado mental no es el mismo en la página 100 de una novela que cuando ya conocemos el desenlace, por mucho que insistamos en releer la página 100. Solo por casualidad se darán de pronto las condiciones para recobrar las mismas sensaciones pasadas. A mí, por ejemplo, esto me ha pasado más de una vez en ese pasadizo al pasado que es el despertar de un sueño, pero es que en el subconsciente viven intactos los recuerdos como en una nevera.
En fin, como este mensaje de irrecuperabilidad te puede parecer frustrante, me gustaría terminar con una apreciación positiva. ¿Qué nos importa el pasado si tenemos a nuestra disposición un presente cargado de otras incertidumbres? Nuevos episodios y nuevas canciones son una puerta abierta a nuevas intensidades. Pero tienen que ser verdaderamente nuevas, como un día lo fueron las sensaciones que ahora intentamos recuperar. Ni el futuro ni el pasado están al alcance de nuestra libertad: solo en el presente somos libres y plenos. Tanto la nostalgia como la esperanza quedan fuera de nuestro control, y eso les da la capacidad –a menudo dañina- de jugar con nosotros.
Ah, en cuanto a lo del grupo de whatsapp, creo que sobrevaloramos la eficacia y comodidad de estos medios. Yo mismo no creo que hubiera podido responderte por esa vía tan… “quincepalabrera”. Estas cosas son ideales para charlar delante de una taza de té o cualquier otro brebaje amistoso, cosa que te recomiendo probar con tus amigas y espero practicar pronto en tu compañía.
Besos y feliz Navidad, querida prima.
Profesor Lílemus
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Sorprendente artículo, me lo leí completo. Gracias por tan genial aporte.
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Gracias, Mercado Gris. Escuché la canción por primera vez a los trece. A los treinta y tres en Italia descubrí la versión original italiana y me llevé toda una sorpresa con las diferencias. Recientemente investigué a fondo y me decidí a explicarla. Me alegra que te haya gustado.
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Pero en realidad a pesar de ser mala la traducción, el hombre fue un genio porque logró volcar la escencia del ritmo y convertirla en un hit en español. Tal vez una buena traducción de la canción hubiera sido un fracaso comercial en Español
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Estoy muy de acuerdo contigo, Sebastián. De hecho, la canción tuvo mucho más éxito en español que en italiano. El hecho de que Roberto Carlos no la tradujera al portugués da a entender que para él la canción fue un simple episodio italiano en el que cantó un tema ajeno en un festival europeo de prestigio con éxito muy discreto. La labor de los McCluskey en este sentido fue importante, porque «hispanizaron» este y otros temas que de otro modo nunca habrían llegado de verdad al público hispanoablante. Y el gran éxito logrado con esa traducción mejorable demuestra que lograron sintonizar con el público.
A veces me he sentado a traducir el verso central («un gatto nel blu») y siempre me quedo bloqueado. Ellos optaron por tres variantes: «el gato que está en nuestro cielo», «el gato que está en la oscuridad» y «el gato que está triste y azul». Las dos primeras eluden el color azul, y la tercera lo incluye con ese «triste y azul» que tiene un innegable misterio. Voy a confesarte algo, para que veas hasta qué punto resulta misterioso para el público: esta entrada es con diferencia la más visitada de mi blog, y en general los visitantes que llegan a ella lo hacen con términos de búsqueda parecidos a «qué significa el gato que está triste y azul». Al final, los McCLuskey consiguieron tenernos en ascuas a dos o tres generaciones de aficionados a la música. Un brindis por ellos.
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Excelente artículo, del todo interesante. Solo una apreciación: dices que el significado connotativo de tristeza no ha estado nunca presente en el español azul. Puede que no en los diccionarios, pero sí en el transfondo del significado de los colores. Quien está familiarizado con esto sabe que el exceso de azul puede provocar tristeza, depresión y melancolía. Por eso, en inglés tiene esa equivalencia. La misma que el negro y la oscuridad o lo lúgubre. Simplemente, no tiene una equivalencia directa, pero sí metafórica.
Reitero, una vez más, mis felicitaciones por tan completo trabajo.
Un saludo,
Andrés
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Tu comentario es una aportación interesante al tema. Porque al decir «en español» yo me refería a una connotación más o menos estable en el idioma y sobre todo a un hecho de naturaleza verbal: no al color azul en sí, sino a la palabra «azul». Y tú lo planteas como una asociación de ideas que tiene más que ver con la percepción de los colores o con el impacto psíquico que tienen en nosotros, algo que podría darse no solo en un poema sino también en un cuadro (el cuadro «melancolía» de Munch está lleno de azules) y que parece más un medio de expresión individual que un mensaje directamente compartible con otros.
Ahora bien, parece que en la traducción de la canción ha habido una influencia de la lengua familiar de los McCluskey, el inglés, donde la palabra «blue» (la propia palabra, no e solo el color) se usa en ocasiones para nombrar directamente lo triste sin referencia a ningún color (igual que en «me ha puesto verde» no se hace referencia a ningún color). Cuando Machado escribe «Estos días azules y este sol de la infancia», la palabra azul puede estar cargada de asociaciones de ideas personales, pero está claro que también hace referencia al color azul del cielo.
¿Qué te parece?
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Cierto, también llegué al blog preguntándome qué significa «el gato que está triste y azul», está muy interesante, gracias.
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Gracias a ti, Rubén. Vuelve cuando quieras por aquí. Las historias y los lectores hacen buenas migas.
Saludos,
Lílemus
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Yo siempre la entendí referida a la madre. Quien está esperando al otro lado de la verja es la madre en el jardín de su casa. Jugar a la guerra es demasiado infantil para estar en la adolescencia.
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He vuelto a escuchar la canción desde tu punto de vista, y lo cierto es que muy sugerente. Ahora bien, esa interpretación es más fácil en la versión española que en la italiana. La italiana dice «saltar una verja yo y tu», dando a entender que se cuelan juntos en la casa. Y en un segundo momento del amor habla de «mi casa», lo que resulta chocante si se trata de la casa familiar. ¿Qué te parece?
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A mi me da mas que pensar el «bambina bambina» de la segunda estrofa.
Esta primera parte la veo así
Saltar una verja y:
– Io e te
– Una mela
– L´emozione
– Le rose
– …… en resumen mi casa
y un gato
Posiblemente la traducción al español ha estado en este detalle más cerca de la intención del creador (saltar y verte a ti).
Es en este primer momento ( el de la infancia) cuando habla de «mi casa».
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Muchas gracias por la información
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Gracias a ti por participar, Daniel.
Lílemus
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Excelente!
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Gracias, Pablo.
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Te felicito Lílemus. Que excelente análisis. Que bello el mensaje original de la canción. Aun así, sos un poco injusto con los traductores porque considero que hicieron lo que pudieron. Aun así es bonita la canción en español.
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Tienes toda la razón. Convirtieron en un inmenso regalo una canción que de otra manera nunca habríamos escuchado en italiano. Cordiales saludos.
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Muy buen comentario
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Gracias, Edgar
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Gracias Lílemus, excelente aporte.
Por otro lado, siento que el sentido de la traducción al español siempre fue hacer reverencia a la partida de una madre.
Saludos.
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EN SAN REMO DIJO QUE ¡NUNCA CONSIGUIO VER UN GATO AZUL! ¡Y MUCHO MENOS EN EL CIELO! Eso es lo que dice Roberto Carlos antes de cantar la canción. Yo te lo puedo explicar Robert. De seguro nadie sabía esta historia. EN UN DIA DE PRIMAVERA (LA PAREJA QUE REFIERE LA CANCION) SE ENCONTRABA MIRANDO EL CIELO Y BUSCANDO FORMAS EN LAS NUBES, ESA HERA SU PRIMERA CITA. DE REPENTE VEN QUE UN GRUPO DE NUBES BLANCAS DEJAN A LA VISTA LA IMAGEN DE UN GATO COLOR AZUL, EL AZUL DEL CIELO EL GATO ES AZUL PORQUE NO ESTA FORMADO POR LAS NUBES SINO POR EL CONTORNO DE UN GRUPO DE NUBES DEJANDO EL FONDO AZUL DEL CIELO DE ESE DIA DE PRIMAVERA. SEGUIDO A ESO VINO EL PRIMER BESO DE LA PAREJA. YA EL BESO SERIA PREDECIBLE PARA EL PORQUE LAS ROSAS DEL PARQUE LES DECIA QUE ELLA SERIA DE EL PEROOOOO GUARDA EL PIOJO QUE ACA VIENE EL ENGAÑO PORQUE LA ESTROFA DICE: LAS ROSAS DECIAN QUE ERAS MIA.. HASTA AHÍ REFIERE A LA PARTE DE LA CITA DEL DIA DE PRIMAVERA…PEROO CUANDO DICE: Y UN GATO ME HACIA COMPAÑÍA LE ESTA CONTANDO A ELLA EN ESTA CANCION QUE ESTA SOLO EN EL UMBRAL DE SU CASA ACOMPAÑADO DE UN GATO REAL RECORDANDO ESE DIA DEL PRIMER BESO Y MIRANDO HACIA LA VENTANA DE LA CASA DE ELLA QUE ESTA FRENTE A SU CASA PORQUE ES SU VECINA, LA QUE FUE SU AMOR CON LA CUAL JUGABAN A LA GUERRA NOCHE Y DIA Y QUE EN ALGUNOS EPISODIOS SALTABA LA VERJA PARA VERLA COMO DICE EN LA CANCION DEMOSTRANDO UN AMOR DE LA INFANCIA. EN LA PARTE QUE LA CANCION DICE: desde que me dejaste yo no se porqué la ventana es más grande sin tu amor LO QUE HACE REFERENCIA ES QUE DESDE QUE SE DISTANCIARON ELLA DEJA TODAS LAS NOCHES LA VENTANA DE LA HABITACION ABIERTA PARA QUE EL VAYA POR ELLA. VOLVIENDO AL GATO que nombra la canción. Si bien la canción nombra 3 gatos DISTINTOS no es que refiera al mismo gato azul siempre. El primer gato es quien le hace compañía A EL mientras esta en el umbral de su casa MIRANDO PARA LA VENTANA DE ELLA, el segundo gato ES AQUEL GATO QUE VIERON EN EL CIELO AQUELLA CITA DE PRIMAVERA y el tercer GATO es EL GATO QUE ESTA EN LA OSCURIDAD que es el que sabe que en su alma una lagrima hay y representa el mismo gato azul de aquel día de primavera que esta nuevamente en el cielo nocturno de la noche (IMAGINARIAMENTE PARA EL) en la cual el lamenta NO PODER ESTAR CON ELLA PRESINTIENDO QUE ELLA ESTA EN LA ESTRELLA QUE MIRA acompañado de un gato real en el umbral de su casa. (Atte Mauro Satam)
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He leído con gran interés su escrito sobre esta canción que tanto disfruté y me hizo soñar hace escasísimas décadas. También buena parte del intercambio epistolar sobre el tema. Su redacción me ha trasmitido una gran empatía con usted. Le gradezco la valiosísima aclaración que da un mejor sentido a toda esa historia. Es una pena que la traducción haya roto el esencia de la trama.
Sin embargo, me parece recordar que en un homenaje que le hicieron a Roberto Carlos en el Festival de Viña del Mar, este reconoce que nunca cantó en portugués la canción porque no entendía aquella historia, a pesar de tenerle un gran cariño porque con ella ganó el Festival de Sanremo y se hizo internacionalmente famoso. Confiesa además que le sorprendió aquel premio porque era consciente de lo floja de la letra. Con mejor canción y esperanza -siguió comentando- fue al siguiente año al mismo festival pero la suerte no le sonrió igual. Yo apenas balbuceaba en aquella época no me consta qué pasó ciertamente.
Atentamente,
CSR
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Uno escribe con la aspiración de provocar agrado e interés; lograr la empatía ya me parece para nota. Muchas gracias.
En cuanto a sus interesantes recuerdos, que aportan nuevo y valioso material a esta entrada, coinciden con la realidad salvo por e ldetalle de las fechas. Roberto Carlos ganó Sanremo en 1968 con «Canzone per te», y ni siquiera llegó a la finalísima del 72, cuatro años después, con «Un gatto nel blu». No sé cuál de las dos le podía parecer a él mejor canción; personalmente creo que «Canzone per te» es uno de tantos temas románticos italianos de la época, mientras que «Un gatto nel blu» es una exquisitez singular. Ninguna de las dos fue traducida al portugués.
Un afectuoso saludo,
Lílemus
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Muy interesante escuche el comentario que hizo el mismo Roberto Carlos en el festival de Viña y decidí buscar mas sobre el tema. Tus comentarios son muy esclarecedores y te los agradezco porque ayudan a entender el tema. Solo una atingencia: será que la niña murió y está en el cielo? Se me ocurre despues de leer el párrafo ¡Si supieras qué bella es la noche aquí abajo!
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Acabo de escuchar la canción, me surgió la duda y llegué hasta aquí. Gran explicación. Saludos!
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Saludos de vuelta, Claudio.
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Buenas. Estamos ya en el 2018 y he leído esta publicación sobre ‘El gato que está triste y azul’. ¡Cuántos recuerdos! Mis felicitaciones por un artículo tan interesante y bien expuesto. Lo compartiré.
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Yo siempre quise pensar que el gato triste y azul representaba a la luna presente en las noche en la que los dos jugaban juntos y, ahora que ya no lo están, la luna también sufría de esa tristeza
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Se ve que, una vez dejada en los oídos de todos, las canciones hacen de las suyas. Bella imagen, grandiosa interpretación. Tomo nota.
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excelente todos los comentarios felicitaciones Lilemus muchas gracias.
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Muchas gracias, Carlos
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